Siempre que escribo hablo de mis experiencias como mama, de como la vida me cambio y lo mucho que he aprendido, además comparto los métodos de crianza que aplico con mi hijo, pero poco es lo que he hablado sobre el papá de mi hijo (mi esposo) y poco lo que leo en otros blog sobre la paternidad. Por eso esta semana y ya que estamos próximos al día del padre quiero dedicarle este post a él, al papa de mis hijos, a mi esposo, al hombre que me ha enseñado a ver la paternidad con otros ojos.
Hasta los 13 años crecí en una familia con papá, mamá y dos hermanos, una familia común y corriente, donde mamá siempre estuvo presente en la casa y papá era un hombre que trabajaba de sol a sol, casi nunca se veía y los fines de semana aunque estábamos juntos no estábamos revueltos, y no me mal interpreten, lo digo no porque fuera mal padre, sino, porque su forma de criar era siendo un buen proveedor para casa.
Cuando mi esposo y yo nos convertimos en papás me di cuenta que la embarazada no era solo yo, el también estaba en embarazo, porque siendo sincera, a los hombres les toca respirar profundo y seguir como si nada pasara, con tanto cambio hormonal en el embarazo, la sensibilidad a flor de piel y las emociones, donde a veces estamos felices y otras no tanto, sumándole el cansancio, no poder dormir bien y uno que otro dolorcito que nos aparece, a ellos les toca tener mucha paciencia, porque aunque no nos entienden, nos tienen que entender, ustedes saben a qué me refiero.
Cuando nació nuestro primer hijo, siendo padres primerizos, ninguno de los dos tenía idea de nada, solo lo que escuchamos y leíamos, pero en la práctica cero, para sorpresa de muchos, el, el papá, fue el primero en cambiarle el pañal, en bañarlo, vestirlo, sacarle los gases, cargarlo y calmarlo cuando no sabíamos que pasaba, prácticamente yo me dedique a alimentarlo y él se encargaba del resto durante los primeros días. Desde esos primeros días yo entendí que había una paternidad diferente, un papa completamente involucrado en todo lo que tiene que ver con su hijo.
Por eso hoy, a él, el papá, quiero decirle que me siento orgullosa de tener dos hijos con él, que me siento feliz de ver cuando juegan pero también cuando te pones serio y educas con amor y autoridad, cuando pasas una noche en la cama de Pablo calmándole alguna enfermedad, dándole un remedio o simplemente abrazándolo, cuando juntos disfrutan de un baño lleno de juegos y risas, cuando lo abrazas y le das un beso porque esta aporreado o triste, cuando le enseñas que es un NO y pones limites y cuando simplemente el te pide que lo cargues porque quiere estar en los brazos de papá. Porque para mí eso es la esencia de ser papas, involucrarnos ambos en la crianza, aprender juntos y crecer como familia, construir planes y proyectos para futuro y sacrificar algunas cosas para verlos ser niños felices, gracias porque con tu ejemplo, Pablo y Elena serán niños consientes de lo que es una familia.
Muchas veces me da risa cuando la gente me dice que soy muy de buenas, que vea ese esposo como me ayuda con mi hijo, para mí no es una ayuda, para mi es asumir un rol de padre como debe ser, involucrado 100% con sus hijos, me alegra mucho ver ahora todos esos papás involucrados y felices criando a sus hijos, tomando las riendas de las personas en las que se van a convertir, lo que yo más bien no entiendo es porque antes los hombres no asumían esa actitud de padres y las mujeres eran las toderas del hogar.
Para terminar, quiero felicitar a todos esos papas, que asumen su paternidad como debe ser, que son amorosos pero firmes, que juegan, se ensucian, curan heridas, dan comida, cambian pañal y sufren cuando ven a sus hijos enfermos, que leen y aprender porque entienden que no nacimos aprendidos para ser papas; a todos esos papas que como el de mis hijos, muere por ellos.
Feliz día papás!!!