Para las mujeres el embarazo es una etapa de cambios, tanto físicos como emocionales, nuestro cuerpo se dispone para comenzar a crear una vida dentro de nosotras y para esto tenemos que asumir una cantidad inmensa de cambios, he lidiado con mis emociones y mis síntomas en dos embarazos, así y todo, el ritmo de la vida sigue igual (a no ser que tengamos alguna incapacidad medica).
Luego del embarazo, viene el parto y de allí el posparto… si, esos días en los que ya estás en tu casa con tu bebe y el ritmo de la vida te cambia de una manera impensable. Y no se trata solo de los 40 días de la llamada “dieta”, porque el posparto va mucho mas allá, para mi fueron meses de lograr adaptarme a una vida, una vida que ya no es mía, que tiene una personita pegada de mi todo el tiempo, donde nadie te dice que vas a querer llorar, que te sentirás agotada y donde no te puedes quejar pues tienes en tu manos lo mejor que la vida te puede dar.
Cuando con mi esposo tome la decisión de tener nuestro segundo hijo, una de las cosas en las que más pensaba era como de nuevo me cambiaria la vida, y es que la lista de cosas es larga:
- Noches sin dormir
- Tener una persona que depende de ti todo el tiempo
- Estar disponible inmediatamente cuando quiera comer.
- Manejar de nuevo las emociones, la sensibilidad con la que quedamos después de un parto (aclaro que no he sufrido de depresión posparto, pero la sensibilidad si queda muy a flote)
- Pensar en salir hacer algo y saber que no puedes por los horarios.
- Cuidarte esos primeros 40 días, no como lo hacían las abuelas, pero si tenemos que darle tiempo a cuerpo para que se recupere.
- Bañarte y arreglarte en 10 minutos
- Comenzar alguna de las comidas y cuando llevas el primer bocado parar para cargar a tu bebe.
- En fin, creo que son muchísimas mas….
Y no se trata de una queja, es una realidad que todas las mamas vivimos y que nadie nos cuenta, así y todo decidimos tener a nuestro segundo bebe, porque aunque todo puede sonar un poco dramático, sobre todo para quien no lo ha vivido, tener un hijo es la experiencia más linda y enriquecedora del mundo, así que aquí estoy… terminando mi “dieta” viviendo mi segundo posparto, tratando de adaptarme a una vida ya con un niño de tres años y una bebe, donde la atención ya no solo es para uno, se debe repartir en dos, además de querer retomar las actividades de día a día, estar al margen de mi negocio, volver a la relación de pareja y llegar de nuevo a la normalidad. Hace poco vi en una película donde hablaban de volver a la normalidad, pero si analizamos el correr de los años, nunca vamos a tener una vida normal, la vida se trata de eso, de retos, experiencias vividas, aprendizajes, nuevas situación por solucionar, etc. Pensándolo bien que aburrido seria vivir normal.
Por eso hoy después de varios días sin escribir, quería dejar plasmado un poco lo que sentimos las mujeres cuando estamos en esta etapa de adaptación, de un nuevo ritmo de vida y de un manejo de emociones que algunas veces no es manejable y requiere asesoria profesional. Y es que un posparto requiere de ayuda, más rico si es de tu pareja y familiares cercanos, esa ayuda no es decirle a la mamá que está bien y que no, o como debe tratar a su bebe, mucho menos darle un tetero o hacerse cargo del bebe para que la mamá pueda descansar, esa ayuda es para bajarle el ritmo a la vida de la mamá, salir del estrés laboral y las obligaciones cotidianas, si tiene hijos mayores, ayudarle con estos, nosotras como mamás, necesitamos ese tiempo a solas con nuestro bebe, sentirnos uno al otro, ese calorcito, el latido del corazón, poder amamantar sin afán y con toda la tranquilidad, estar ahí para seguir conectados y crear un vinculo que es para toda la vida, llenarlo de mimos, besar y abrazar; y es que para confusión de muchos, las mamás no nos olvidamos del resto del mundo, pasamos por una etapa en la que necesitamos conectar con amor y recuperarnos para más adelante reincorporarnos con el resto del mundo.
La autora argentina Laura Gutman dice que el posparto no termina 40 días después del parto, este va hasta casi los tres años de nuestros niños, nos mudamos al planeta bebe y el mundo cotidiano, se vuelve ajeno, distante, difícil de digerir, se convierte en una carga muy difícil de sobrellevar que desborda, que satura a la mujer en posparto.